Una cristiana que marcó la historia de la salud argentina



Desde el momento mismo de su conversión, Gwendolyn Shepherd le tomó la palabra a Dios y lo hizo su Señor. Aprendió a oír la voz del Espíritu Santo y a disfrutar de su compañerismo. Se involucró en un ministerio orientado a desafiar a los jóvenes universitarios a vivir una vida de fe y fue una de las pioneras de la Asociación Bíblica Universitaria Argentina (ABUA).
En 1956 la Argentina enfrentó la más severa epidemia de parálisis infantil de su historia. Esta enfermedad alcanzó a más de seis mil niños de los cuales un significativo porcentaje se vio afectado con una cuadriplejia con severo compromiso respiratorio.
Los recursos públicos no daban abasto para satisfacer las necesidades que se presentaban. Cuando se produjo esta crisis, la doctora Shepherd estaba lista para correr riesgos de fe y bendecir a quienes lo necesitaban.
Apasionada por Dios y una profesional comprometida y eficiente, Gwendolyn Shepherd, fue una mensajera del amor del Padre. Ese amor se reflejaba en su trato personal con pacientes, familiares y colegas y también en la organización de respuestas de largo plazo: consiguió equipo médico durante la epidemia y fue una de las organizadoras del Centro Respiratorio ‘María Ferrer’, para la rehabilitación de los niños que quedaron con parálisis, primera institución de estas características en el país y en toda América Latina.
A la vez, buscó una respuesta social y estratégica para devolverles a tantos pacientes la posibilidad de recorrer un futuro en igualdad de condiciones con aquellos que no fueron afectados por la trágica epidemia.
También contempló la asistencia de enfermos con otros tipos de afecciones respiratorias que con el debido cuidado y control pudiesen superar su patología y trabajar por una mejor calidad de vida.
Con el correr del tiempo, y en virtud de que los jóvenes y niños internados habían superado la faz de rehabilitación física hospitalaria, una nueva preocupación conmovía a la Doctora Shepherd: sacar a “sus chicos” del hospital y brindarles la posibilidad de un HOGAR donde pudieran desarrollarse y cultivar sus potencialidades. Se creó así, en el año 1965, la Fundación para la Vivienda, Trabajo y Capacitación para el lisiado (VITRA), brindando apoyo educativo y de salud.
En el año 1976, junto a los alumnos, ex alumnos y residentes del Hogar, se creó el Club del Lisiado Gwendolyn Shepherd, desde donde la Fundación VITRA canalizó su actividad recreativa, fomentando la integración social de las personas con discapacidad, promoviendo de la mejor manera la utilización del tiempo libre.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Que seca, se pasó....

Anónimo dijo...

Eso es lo que a mi me gusta!! 101%!!! Porque esta Dios presente en la vida hospipalaria de esos niños.
Quiero que como Doctora(llamo a las cosas que no son como si fuesen) pueda no solo entregar salud, sino que también a Cristo a los pacientes y a sus familias.